Archivos Mensuales: junio 2012

Curaciones Alternativas

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Hace unos días, estaba yo ejercitándome con mi mucho muy fornida entrenadora, cuando de pronto, tras una sentadilla, se apareció un gran payaso y decidió cargarme…. #EeeedgarVivar. Aunque el dolor en el momento fue mucho, no me impidió seguir con el entrenamiento. Así continuó el día, y para la noche le rogué a Nuestro Señor q viniera a recoger mi adolorida alma.

Al día siguiente fui al quiropráctico, todo iba bien hasta q decidió echar desmadre y convertir una consulta de 1.5 horas en una de CUATRO horas. Después de 15 tronadas, una decomprensión de columna, toques, 5 torceduras y varias lagrimas derramadas, salí igual o mas madreada del lugar.

Pasaron varios días, muchos vicodins, motrines, rivotriles y cualquier cantidad de fármacos, cuando me recomendaron ir con otra persona. 
Cuando llegué al consultorio, casi me caigo muerta al piso. Habían signos chinos por doquier, un olor igual de extraño que la concurrencia, objetos rarísimos en abundancia y en la recepción me esperaba la esposa de Mao Tse Tung acompañada de un samoyedo bastante feo que entraba y salía de los consultorios (se podrán imaginar la cara de mi siempre amante de los animales, madre). De pronto se presentó un primo hermano de Santa Claus (pero versión Cortina de Hierro) a la consulta y sin mas ni mas empezó a masajear mi adolorida columna. Lejos de salir con el cuerpo y el alma sanados, salí del lugar completa y absolutamente llena de ira: grité, refunfuñé bastante, y finalmente llegué a mi casa con mi paciente progenitora sintiéndome igual o peor que en la mañana.

Al día siguiente desperté hecha una piltrafa humana, mi humor sólo iba decreciendo y me dediqué a mentarle su rusa madre al pobre señor que me había atendido el día anterior. Al pasar de la tarde, en serio no se qué pasó que de pronto me empecé a recuperar como x obra de magia. No es broma, de no poder estar sentada mas de 10 minutos a echarme una sobremesa con, desde luego, oportos celebratorios! Pocas cosas me han dejado tan impresionada como esto, se llama Hoshino Therapy (whatever that means) pero está de impacto. Hoy, he vuelto a reir! #seapayasa

Aprovecho la entrada para agradecer de manera pública a todas aquellas personas que me cuidaron, levantaron (literal), consintieron, alimentaron, procuraron y sobre todo aguantaron todos estos días….  ¡LAS AMO!

La Hija del Yeti

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Después de una larga pausa, he vuelto a escribir. Para esta ocasión, decidí enfocar mi últimamente distraído ser en la experiencia vivida en la cima de la montaña de Beaver Creek hace un par de meses.

Cuando mi muy atento hermano me invitó a vacacionar unos días en el famosísimo Vail “de toda la vida”, mi emoción fue tal que olvidé por completo que en “Vail, gooey” (si, se le añade la palabra guey en cada mención) no solamente se comen pizzas, se chapotea en un jacuzzi y se va al boliche, sino que también se practica, durante el invierno, un deporte 100% desconocido para mi…  el ski (BRUJA!)

Algo importante que hay que aclarar, es que toda la vida me he caracterizado por ser una persona mucho muy pasiva (en cuanto a actividades físicas se refiere). Para mi, el plan ideal se compone de: compañía, comodidad, alimento y desde luego, televisión. No se si esto lo haya hurtado o heredado pero es una realidad que no puedo negar,  sin embargo, cuando entendí que iría a un lugar en el que tendría que esquiar a fuerza, la verdad es que SI me emocioné e inmediatamente me di a la tarea de comprar ropa apropiada para la ocasión (valdría la pena escribir otro blog sobre mi experiencia comprando dichos accesorios en Miami… damn!)

Después de una travesía bastante larga y un viaje algo cansado, tengo que reconocer que cuando llegué al hogar que nos albergaría por unos dìas, casi me muero de la felicidad. De verdad me quedé muy impresionada, no solamente con el lugar, si no con el fenómeno de la naturaleza que es la nieve (si, 26 años me tomó darme cuenta de esto).

En fin, los primeros tres días fui suscrita de manera involuntaria al ski school, en donde me encargué de dejar la dignidad, acompañada claro, de una cantidad importante de neuronas. Cuando me gradué del ski school, le participé a mis familiares que la experiencia me había gustado, que agradecía su interés en mi aprendizaje pero que con esos tres días, yo ya había tenido suficiente con el tema de la esquiada. Desde luego que mi obstinado hermano hizo caso omiso a mi comentario y me convenció de subir una vez más…. Digamos que la expresión: no hay 5to malo, tomó todo un nuevo significado.

Pasó lo que tenía que pasar, y por supuesto perdí TODO el control en algún punto de la travesía: lloré, le menté la madre (que es la mía) a mi pobre hermano, “atropellé” a mi siempre iluminada y paciente cuñada, maldije unas mil doscientas sesenta y tres veces, aventé los skies, insulté al clero, profané la memoria de mis antepasados y finalmente terminé pidiendo disculpas públicas a todo aquel que presenció la desagradable aparición de la hija del Yeti a media montaña (perdón otra vez).

Fuera de este momento gris en mi ser, la verdad es que el viaje estuvo inmejorable, ha sido uno de los más increíbles que he hecho en mi vida, no sólo porque finalmente conocí “Vail gooey” sino porque una vez más confirmé lo afortunada que soy de tener una familia tan increíble como la mía. Pero eso si les digo, a mi NO ME VUELVEN A TREPAR A LA MONTAÑA, a mi por favor me dejan abajo, echando vinos y admirando a los esquiadores #hedicho.