Archivos Mensuales: enero 2015

Flechamesta

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¡Año nuevo, entrada nueva! Es correcto amados lectores (o lector), ¡he vuelto! Por alguna razón que desconozco es a horas no santas en las que la ardilla empieza a girar y me obliga a externar mi sentir. Bueno pues, en esta ocasión hablaré sobre un tema que tiene ya un par de meses, llamando mi atención…. Los familiares o amigos “cupido”.

Llega un punto en la vida en la que las personas a tu alrededor se empiezan a cuestionar el por qué de tu perenne soltería y en su mejor afán y orientados (generalmente) por el inmenso cariño que te tienen, empiezan a opinar u a aconsejarte para ayudarte a abandonar el, aparentemente, estado civil del diablo …. Aunque después de ver a varios de estos consejeros en acción con sus bienamadas medias naranjas, preferiría que me quemasen las patas como a Cuauhtémoc antes de contraer nupcias, pero bueno… ese es otro tema. Esta bien, TODO el que te aconseja lo hace con amor y mucha luz (o no tanto), pero el siguiente CLASIQUISIMO argumento, no tiene madre…

  • Guey, ayer fui al súper y el cerillo como que me tiró todo el “pedicure”…
  • ¡¡Nooo!! Pelito, vas!! NO TIENES NADA QUE PERDER
  • Pero guey, es el cerillo del súper, ¡no manches!
  • ¡¡EQUIS!! Sal con él…NO ES COMO QUE TE VAS A CASAR
  • Pero el cerillo, además de ser cerillo, tiene 18 años
  • Ya, no la armes de pedo… YOLO

Así he tenido, no es exageración, 124 conversaciones en los últimos años de mi vida, lo que me parece más simpático de todo es el hecho de saber que la interlocutora (o interlocutor) de esta conversación no saldría ni en chochos con el cerillo del Superama… pero bueno, por lo visto después de cierta edad tienes que «rifar» #NOT. Lo peor es que en algún punto tu cabecilla se empieza a creer este argumento de NO TIENES NADA QUE PERDER y acabas accediendo a cada plan que de veras de lo único que te dan ganas es de arrojar tu miserable ser a las orillas del Mar Muerto (lo siento, acabo de ver Exodus). En mi curso de fotografía, mismo al que acudí no más de cuatro veces, había un guey dominicano que como que andaba «queriéndome rayar el cuaderno» y después de un par de invitaciones a cenar decidí, con este pensamiento de no tengo nada que perder, salir con él. Fuimos a cenar a un restaurante italiano a dos cuadras de mi casa y cuando me preguntó que qué era un Carpaccio, supe que eso no llegaría muy lejos, pero otra vez, las voces internas se abalanzaron en mi peculiar cabeza (no seas pesada, no seas pelmaza, todos somos iguales, todos somos unos libros y lo que importa es lo de adentro jajajaja etc) y seguimos con la cena hasta que en algún punto de la velada mencionó que su esposa cocinaba delicioso…. Wait, what!? ESPOSA!? Claramente no pedí ni café, le envíe un saludo a su amada esposa y no le volví a contestar el teléfono…. A lo que voy con esta anécdota de aquel muchacho fiel dominicano es a que ¡¡SI TENEMOS QUE PERDER!!! Y ese día yo perdí dos horas de mi tiempo, la mitad de la pinche cuenta que OBVIO me cobró y desde luego, un poco de fe en la humanidad, o sea que, queridos amigos, dejen de arrojar esta frase sin clemencia a quienes estamos solteros por el amor de Dios.

Otra clásica es,

  • Me encontré a Julito en el súper, que cortó con su chica.
  • ¡Cá-lla-te!! ¡VAS CON EL!
  • Pero no me gusta nada y creo que ni le gustan las viejas.
  • ¿Tú qué sabes!? empédalo y agárratelo.

¡COÑO! Jajajaja! amigos consejeros: quizás esta es una novedad para ustedes pero NO MAMEN, no somos la peste bubónica (algunos si, la neta), también tenemos nuestro corazoncito y tenemos derecho a encontrarnos a un pariente cercano de William Levy con varios millones guardados en Fiji (haré otra entrada sobre las expectativas inalcanzables Hollywoodenses en la pareja). Tampoco hay necesidad de dejarse querer por el que caiga (a menos que sea de su gusto, claro) porque «es lo que hay», no frieguen.

En fin, DEJEN DE ACONSEJAR PENDEJADAS.

Se despide,

Pelito la Indomable