Cierto es que el pertenecer a la, según yo, mejor generación de Disney, siempre me ha causado mucho orgullo. Si, quizás este statement se oiga un tanto cuanto freaky pero es verdad.Aunque ya lo había comentado anteriormente, para mi toparme con una de estas películas dentro de la programación cotidiana, significa una razón de regocijo y alegría inexplicable. Y fue precisamente así, que un día viendo Beauty and the Beast, vi el anuncio del reestreno en 3D de The Lion King! Mi emoción fue tal que inmediatamente me metí a la computadora y compré boletos para toda la familia (si, 3 semanas antes)
Después de tanta espera, llegó el añorado día y así nos fuimos mi numerosa familia y yo a ver la película. Aunque puede ser que mi estado de crudez haya influido en mi no tan discreto derrame de lágrimas, comprobé una vez más que no existen historias tan mágicas como las de Walt Diney; ni existirán. Literalmente salí del cine conmovida, emocionada, deseando ser una pariente más de los félidos y casarme con Simba…. Si, yo también tengo miedo! Pero fue este sentir el que me llevó a reflexionar sobre la influencia tan grande que tiene, no sólo Disney, si no la TV en general en nuestro modo de pensar… especialmente en el tema amoroso.
Después de contemplar las películas que nos han visto crecer, de verdad no sé cómo varias no hemos acabado con nuestras «miserables» vidas. Primero que nada te venden la idea de que estudiarás MUY poco, nunca tendrás q trabajar, que a una edad temprana, de la nada, el hombre ideal se te aparecerá en el camino y no sólo será guapo, rico, caballeroso, atlético y bondadoso, sino que le bastará menos de la duración de una canción contigo (cantada por ti obvio) para darse cuenta de que no puede vivir sin ti. No conforme, te pedirá matrimonio en cuestión de días y vivirás feliz toda tu vida (claro, siempre acompañada de tus mejores amigas, la flora y la fauna)… Gracias mil Disney, ni me quiero encerrar a llorar en mi cuarto, ni nada!
Toda la vida las novelas, películas, series, TODOS te venden un idea parecida a esta, pero ¿qué pasa cuando tienes 26 años, el príncipe azul nada más no se ha presentado, tienes que trabajar como negra para vivir como disque blanca y los únicos animales que te platican son las ardillas a las 3 am? ¿Querrá decir entonces que no estás siguiendo los pasos de la Cenicienta sino más bien los de Paquita la del Barrio? Y la respuesta es ¡¡NO!! Claro que no, simplemente a unas nos toca el camino un poco más largo que a otras pero estoy segura que tarde o temprano todas llegaremos al mismo final de telenovela, sólo hay que ser pacientes y no perder la esperanza! Y es con este mensaje lleno de luz que me despido, y pido disculpas públicas por haberme tardado tanto con la entrega número 11 de Pelito Opina.